sábado, 26 de febrero de 2011

El camino.


Hace ya mucho tiempo me empecé a enfrentar a mis fantasmas, el comienzo no fue fácil y menos decir que lo he finalizado, dura hasta que te mueres, y después no se. Pero lo que me lleva a escribir esta entrada no es un sentimiento de iluminación, ni tan siquiera una emoción de revelación, y mucho menos aleccionar a nadie sobre lo que tiene o debe pensar.Cuando echo la vista atrás y recapacito de todo lo andado llego a la misma conclusión cuanto queda todavía, no por tedioso pero si por trabajoso, nunca termina por mucha dedicación que le tengas, es una ventana que siempre que la abres encuentras otra y así sucesivamente hasta un infinito de ventanas.Empezar un camino no es prepararte, entrenarte o equiparte es simplemente dar el primer paso, nada hay establecido, nada hay determinado, en cambio todo está por hacer. Enfrentarte a esos fantasmas da miedo, temor, horror, desazón, sufrimiento, dolor, angustia, culpa, desvalimiento, soledad, incomprensión, pesar, preguntas y más preguntas, pero el resultado es como pelar una cebolla, quitar capas y más capas de protección que te aíslan no sólo de los demás sino de lo más importante de ti misma, de tu esencia, de tu núcleo. Cuando vas llegando parece como si te alejaras. El camino lo tienes que hacer sola, en algunos momentos puedes pedir compañía, consejo pero principalmente sola. Marearte estando en equilibrio con lo que eres y lo que quieres ser, dejar de lado las proyecciones de tus pensamientos y centrarte en el aquí y ahora, dejar de controlar y soltar para así poder sentirte ligera. Cuestionar todo y a todos, recapacitar y replantearte lo aprendido.No dar nada por supuesto sin previamente analizarlo, pero sin los prejuicios establecidos por tu aprendizaje cultural.Cuanto más intento conocer el mundo más entiendo lo desconocido que es. Pero según avanzo, más comprendo lo desconocidos que somos para nosotros mismos, lo poco que nos exploramos y lo poco que nos entendemos y respetamos.Representamos un papel que cambiamos según nos interesa en esto que llaman el teatro del mundo y lo malo es que se nos olvida despojarnos de ese papel y volver a nuestra esencia. Persona en griego es máscara, pues eso llevamos puesto y miedo nos da quitarla y ver lo que hay debajo, ¿y si no nos gusta? tampoco sabemos que hacer con ello, y ¿si cuando no tengamos personaje nos perdemos más de lo que ya estamos?Encontrar respuesta a todas estas incógnitas es comenzar el camino y no saber cual es el final.

lunes, 14 de febrero de 2011

¿Tendemos a la obsesión?


Últimamente escucho en series, documentales, artículos sobre el síndrome de acumulación compulsiva, que no equivoquemos con el síndrome de Diógenes que es producido por la demencia, la acumulación de basura y falta de higiene. Las personas que padecen este síndrome de acumulación compulsiva pueden parecer “normales” en su vida diaria, sin signos aparentes de que algo ocurra, aunque en ocasiones esta relacionado con otros trastornos obsesivos compulsivos (TOC).Son personas que lo tienen todo acumulado, guardado, ordenado por su criterio, todo lo que ven puede ser objeto de guardar, lo ven con ojos diferentes, todo es susceptible de valer, de usarse ahora o en algún otro momento, acumulan sin medida por miedo a quedarse sin ello o por miedo a no tenerlo cuando lo necesiten, les hace sentirse seguros.
En uno de los casos que vi., la persona llegó a morir sepultada por una torre de periódicos por sufrir una avalancha causada por una trampa que había colocado en su casa para que nadie entrara, se activó en un descuido suyo y el resultado su muerte. Dicho trastorno es relativamente nuevo, se equivocaba con el de Diógenes, pero son diametralmente opuestos, no hay medicación porque sino diría que es invención de la industria farmacéutica, su tratamiento con terapia.
Me pregunto si no vivimos en una era donde los trastornos compulsivos proliferan como setas, donde nuestra salud mental está dañada a niveles que incluso consideramos “normales”, quizás este maremágnum de situaciones, estreses, miedos, temores, incertidumbres, desconfianzas, hagan que seamos compulsivos con situaciones que tendrían que ser corrientes como lavarnos las manos, salir a la calle, ordenar, tirar, y un sinfín más, esto solamente confirma lo que todos intuimos, estamos desequilibrados, unos más otros menos, unos lo reconocen otros lo niegan, pero todos somos algo compulsivos en alguna actividad de nuestra vida.
Ahora bien sin llegar a hablar de la normalidad, palabra que no me gusta, porque ¿quien define normal?, nadie.
Lo que sí diría aquí es que cuando fluctuamos entre los extremos nos alejamos del centro, es decir, del equilibrio, alguien bastante más sabio dijo “la virtud está en el medio”(Buda), pues eso tenemos que tender a equilibrarnos, a armonizarnos, a buscar ese punto donde somos capaces de no obsesionarnos, donde somos capaces de entender que las cosas son cosas, que los apegos llevan al miedo de la perdida, que venimos sin nada y por mucho que queramos nos iremos sin nada, por mucho que busquemos entierros fastuosos, nos vamos sin NADA. Aprendamos a vivir autoanalizándonos, usando esa voz interna que nos dice muchas veces ¡cuidado¡te estas alejando de lo que te hace sentir bien, incluso feliz. Si tu balanza empieza a desequilibrarse, para, piensa, reflexiona, analiza, siente, llora, y vuelve con fuerza para equilibrarla.

FOTO- Autor:Arman Fecha:1961 Museo:Museo Ludwig

sábado, 12 de febrero de 2011

Uno de los orígenes de la historia de San Valentín.





En la Roma del siglo III, se prohibía el matrimonio entre los soldados ya que se creía que los hombres solteros rendían más en el campo de batalla que los hombres casados porque no estaban emocionalmente ligados a sus familias. Surge la figura de San Valentín, un sacerdote cristiano que ante tal injusticia decide casar a las parejas bajo el ritual cristiano a escondidas de los ojos romanos. Valentín adquiere por proteger a los enamorados y auspiciar bodas secretas gran prestigio en toda la ciudad y es llamado por el emperador Claudio II para conocerle. El sacerdote aprovecha aquella visita para hacer propaganda de la religión cristiana y convencer al emperador para que siga los pasos de Jesús. El Gobernador de Roma le obligó a desistir y organizaron una campaña en contra de Valentín. El emperador romano cambió de opinión y ordenó al gobernador de Roma que procesara al sacerdote. El lugarteniente, Asterius, quiso poner a prueba a Valentín. Le preguntó si sería capaz de devolver la vista a una de sus hijas que era ciega de nacimiento. El sacerdote aceptó y obró el milagro. El lugarteniente y toda su familia se convirtieron al cristianismo pero no pudieron librar a Valentín de su martirio. San Valentín fue ejecutado un 14 de febrero. La historia de San Valentín hubiera quedado ahí si no fuera porque dos siglos más tarde la Iglesia católica la recuperó. Por aquel entonces era tradición entre los adolescentes practicar una curiosa fiesta pagana derivada de los ritos en honor del dios Lupercus, dios de la fertilidad que se celebraba el día 15 de febrero. Era un sorteo mediante el cual cada chico escogía el nombre de una joven que se convertiría en su compañera de diversión durante un año. La Santa Sede quiso acabar con esta celebración pagana y canonizó a San Valentín como patrón de los enamorados.
Es curioso saber que el intento de evitar algo, el tiempo ha conseguido aumentar lo evitado, es decir, intentaban alejarnos de lo trivial, de lo pagano, de lo deseado,¿ pero no es en lo que se ha convertido la fiesta?.


IMAGEN DE GOOGLE.

lunes, 7 de febrero de 2011

La sombra.


Cuando todo te bombardea, cuando te sientes débil, cuando el mundo es un lugar donde no entiendes nada, cuando todo parece estar oscuro, necesitas sentir hasta que te duela, para luego volver renacida, fuerte, clara, osada y con mucho coraje, entender tu sombra es entenderte a ti, entender esos oscuros lugares donde nunca barremos, esos recovecos donde nunca miramos, es necesario comprender que es lo oscuro y como se refleja en nuestro yo, tomar consciencia de esos sentimientos, es ponerles nombre, gritarlos y así no hacerles fuertes. Saber porque nos hieren cada vez que alguien dice o hace algo que nos molesta, es entender porque respondemos de tal o cual manera a todos esos acontecimientos que a veces nos superan o nos duelen. En todos esos actos impulsivos e incontrolados, en los temas de los que no queremos hablar, en las situaciones repetidas donde nos sentimos humillados, avergonzados o coléricos, en respuestas desproporcionadas, en sentimientos exagerados respecto a los demás, relaciones donde repetimos patrones que nos hacen infelices, actitudes defensivas e intolerantes, ante una sensación interna de malestar crónico. Cuando nuestra sombra sea entendida y perdonada, ese día podremos decir que nos comprendemos, nos conocemos y sabemos a donde vamos.
Rudolf Stainer decía:” Si verdaderamente quieres penetrar en el mundo, mira en la profundidad de tu alma.” Si creces interiormente haces crecer el mundo. La riqueza interior de una persona es una riqueza de toda la Humanidad.


-¡Que susto, maestro, esa persona me quiere dañar¡
No temas a los que quieren dañarte, sino a los que pueden dañarte.
-Maestro, me siento solo. Es que no sabes estar contigo mismo.
-Tengo miedo de no poder llegar. No te preocupes de llegar sino de avanzar. Ir avanzando es estar llegando.
(Alejandro Jodorowsky).